dimecres, 25 de setembre del 2013

Diumenge, 3 de novembre

Visitarem el país de la Cucagne (amb autocar) i la Ciutadella de Carcassonna (dinar). Desprès de dinar i fer el café, anirem cap a Argentona.

Parlem de la historia de Carcassonna...

Hacia el año 800 a. C., la ciudad, situada en una colina, se convirtió en un importante centro de intercambio comercial. Desde la época prerromana, han existido fortificaciones en la colina que hoy ocupa Carcasona. La ocupación más antigua conocida del lugar se remonta al siglo VI aC, con la construcción de una fortaleza (oppidum) en el promontorio rocoso que domina el valle del Aude y los viejos caminos desde el Atlántico hasta el Mediterráneo y unen la Península Ibérica con el resto de Europa. En el año 27 aC., esta población, Carcaso Volcarum Tectosagum, se convirtió en la colonia Iulia Carcaso. Durante los turbulentos años de finales del siglo IV aC y comienzos del III, la ciudad se protegió con la construcción de un muro de unos 1200 m de largo. La fortificación constaba de dos líneas de murallas y un castillo, a su vez rodeada de fortificaciones que se extienden una longitud total de 3 km. La ruta, seguida en gran parte de la muralla romana, que es claramente visible en dos tercios de su longitud. Las murallas romanas se reforzaron con bastiones en forma de herradura situados a intervalos regulares. La técnica de construcción es típica de la época romana tardía: un núcleo de mampostería revestido de piedra de cantería, alternando con tramos de ladrillo, todo ello sobre sólidos cimientos. La puerta de Narbona, al este, y la puerta del Aude, al oeste, son elementos defensivos particularmente elaborados.[6]
Carcasona empezó a ser estratégicamente importante a partir del momento en el que los romanos fortificaron la cima de la colina, alrededor del año 100 a. C. y la convirtieron en el centro administrativo de la colonia de Iulia Carcaso, denominada más adelante como Carcasum y Carcasso. La mayor parte de las murallas septentrionales son de esa época.
En el siglo V, los visigodos ocuparon la ciudad y construyeron más fortificaciones que aún se conservan. En 550 se estableció la diócesis de Carcasona.[20] Rechazaron con éxito los ataques de los francos. Los musulmanes tomaron la ciudad en el año 725 pero el rey Pipino el Breve los expulsó en el 759, cediéndolo a Bellón, mítico primer conde de Carcasona y fundador de las ramas dinásticas de las casas condales de Barcelona y otras de Occitania y descendiente de la nobleza visigoda. El condado lo heredaría en primera instancia su hijo Guisclafredo de Carcasona, en el año 810 y que murió sin descendencia. Después pasó a manos de su hermano Oliba I, que gobernó también Razes. A su muerte le sucedió su hijo Acfredo I de Carcasona.
En 1067, a través de una unión matrimonial, Carcasona pasó a ser propiedad de Raimundo Bernardo Trencavel, vizconde de Albi y de Nimes. Los siglos siguientes, los Trencavel se aliaron unas veces con los Condes de Barcelona, otras con los de Tolosa. Por ejemplo, a finales del siglo XII, el vizconde de Carcasona era feudatario del rey de Aragón, Alfonso II. Los Trencavel construyeron el castillo condal y la basílica de San Nazario.
Carcasona es famosa por su papel durante la cruzada contra los albigenses, cuando la ciudad era un feudo de los cátaros. En agosto de 1209, el ejército de los cruzados de Simón de Montfort forzó la rendición de la ciudad después de un sitio de quince días. Tomó como prisionero a Raimundo Roger Trencavel y se convirtió en el nuevo vizconde. Amplió las fortificaciones y Carcasona se convirtió en una ciudadela de la frontera entre Francia y la Corona de Aragón. En el año 1213, la batalla de Muret, ganada por Simón de Montfort contra el rey Pedro II de Aragón, marcó el preludio de la dominación de los reyes de Francia sobre Occitania.
En 1240, Ramón Trencavel II hijo de Ramón Roger Trencavel intentó reconquistar sus antiguos dominios, pero no lo consiguió siendo expulsado junto con los ciudadanos que le apoyaron en la revuelta. La ciudad pasó a estar definitivamente bajo el control del rey de Francia en 1247, cuando Ramón Trencavel II renunció formalmente a su título de vizconde entregando el sello familiar. Luis IX perdonó entonces a las gentes que secundaron la revuelta y les permitió volver a Carcasona con la condición que se quedasen en la orilla occidental del río, fundándose la parte nueva de la ciudad al pie de la colina, llamada la Ciudad Baja o Bastida de San Luis. Luis y su sucesor, Felipe III, construyeron las fortificaciones exteriores. En esa época, la fortaleza se consideraba inexpugnable. Durante la Guerra de los cien años, Eduardo, el Príncipe Negro, no consiguió tomar la fortaleza alta en el año 1355 aunque sus tropas sí consiguieron tomar la ciudad baja, que saquearon.
En 1622, pocos días después de la visita de Luis XIII a la ciudad, se produjo un incendió que la destruyó en gran parte.

En 1659, por el Tratado de los Pirineos, la provincia fronteriza del Rosellón pasó a manos de Francia y la importancia militar de Carcasona se redujo. Las fortificaciones se abandonaron y la ciudad se convirtió en un centro económico, concentrado básicamente en la industria textil.

En 1907, los viticultores caracasoneses participaron en la revuelta de los viticultores para denunciar los problemas que afectaban la viticultura del Languedoc. El fraude y estafa continuo de varios productores y comerciantes, la sobreproducción, el mildiu y la competencia provocaron el enfado y demandas al Estado, que en un primer momento no reaccionó, de poner en marcha una reglamentación sobre las producciones de viñas. Carcasona acogió en septiembre 2007 la Confédération générale des vignerons du Midi, la primera unión sindical surgida en 1907 a raíz del conflicto.

Tras la derrota de Francia al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Carcasona permaneció en la zona no ocupada. Sin embargo, esta zona fue ocupada por las tropas alemanas el 11 de noviembre de 1942. A principios de 1944, el ejército alemán ocupó el castillo condal, utilizándolo como depósito de municiones.

Què visitar a Carcassonna:

El carácter defensivo de la Cité a lo largo de su historia ha influenciado la complejidad de su arquitectura, donde se refleja notablemente el arte militar. Su sistema de defensa es excepcional debido a sus dimensiones y constituye la mayor fortaleza de Europa por su complejidad y la calidad en su conservación.

Plano

Plano de la Cité, realizado por Eugène Viollet-le-Duc, representándola gráficamente en el siglo XIII.
Las partes más destacables comprenden ambas murallas y varios edificios. El plano al lado permite localizar estos edificios descritos en las secciones siguientes. La muralla interior y las puertas están señaladas en rojo mientras que la muralla exterior y las barbacanas se encuentran representadas con amarillo, el castillo en verde y la basílica en rosa:
  1. - Puerta de Narbona y barbacana de Saint-Louis,
  2. - Puerta y barbacana de Saint-Nazaire,
  3. - Puerta del Aude,
  4. - Puerta del Burgo y barbacana de Notre-Dame,
  5. - Castillo condal rodeado por un foso y construido a lo largo de la muralla interior,
  6. - Barbacana del este que protege la entrada del castillo,
  7. - Barbacana del Aude, actualmente destruida,
  8. - Basílica de Saint-Nazaire.

Murallas y torres

La protección exterior de la ciudad la aseguran dos recintos amurallados concéntricos, separados por una liza, con 52 torres, que suman en total 3 km de murallas. Por la parte alta de las murallas transcurre un camino de ronda, protegido por almenas y merlones y reforzado por cadalsos.
La muralla interna, cuyas partes más antiguas son de época galo-romana, de finales del siglo III, en época del llamado Imperio Galo, y que sirvió de defensa frente los visigodos en el siglo V, fue utilizada en la época feudal por la familia de los Trencavel, para ser posteriormente reconstruida cuando la ciudad fue ocupada por los reyes de Francia. Posee un perímetro de 1.070 m y se caracteriza por un paramento de piedra de gran tamaño y mortero duro, interrumpido por hileras de ladrillos que garantizan la estabilidad de la construcción, por sus propiedades de flexibilidad y recuperación, ante posibles impactos. Posee ventanas en arco de medio punto recalcadas por claves de ladrillos. Está flanqueada por torres en forma de herradura, cuadradas en el lado interno, el de la ciudad, y en semicírculo en la parte externa que da a la liza. La pared de este recinto tiene de dos a tres metros de grosor.
Esta muralla interna fue reforzada por un recinto exterior, una segunda muralla, construida durante el siglo XIII, durante el reinado de Felipe III, fácilmente identificable por el uso de piedras en almohadilla en lugar de paramento. Cabe destacar el espacio, llano, existente entre ambas murallas: las lizas, que comportaban un importante papel defensivo en la época de su construcción antes del uso de artillería. Por una parte, la Cité se podía defender de sus atacantes desde dos líneas altas de tiro, las dos murallas; si era traspasado el recinto exterior, los atacantes quedaban en el espacio llano, retrasando su ataque y en situación especialmente vulnerable desprovistos de refugio, al que accedía la caballería y jinetes fácilmente.[45] Durante esta época también se llevó a cabo la reconstrucción de la zona meridional de la muralla interior, de la Torre del Obispo y de la Torre de Saint-Nazaire.

Elementos galorromanos
Torre galorromana con su característica forma de herradura.

La primera muralla, construida sobre el promontorio rocoso durante el periodo galorromano, permitía dominar el curso del río Aude y su valle. Tenía un perímetro de 1.070 m y protegía una ciudad de siete hectáreas.[46] La base o fundamentos de esta construcción es visible desde las lizas: fue construida con grandes bloques de piedra y mortero duro, formando un muro de un espesor de 2 a 3 metros,[47] el resto está formada por morrillos regulares e hileras de ladrillos.

Existen aún 17 torres galorromanas, más o menos alteradas y reformadas posteriormente, de las treinta originales del recinto,[46] con alturas que varían de los 11,65 m a 13,70 m y cubiertas por tejas planas.[48] Todas ellas tenían forma de herradura de caballo en la parte externa del recinto y plana en el interior, excepto la torre Pinte, de estructura únicamente rectangular. La parte inferior de las torres, cuyo diámetro es de entre 4,50 y 7 metros, es especialmente sólida debido al cuidadoso trabajo de albañilería.[49] Los niveles superiores poseen grandes aspilleras adaptadas al uso de armas de tiro, con una determinada inclinación que garantizaba a la vez la defensa interior y la protección exterior ante tan amplias aberturas.

Construcciones y reformas en la Edad Media

A partir del siglo XIII, los reyes de Francia ordenaron la construcción de un segundo recinto exterior en torno a la Cité, de una altura entre 10 y 12 m,[48] rodeado por un foso excepto en los lugares donde la pendiente del promontorio ya actúa como defensa natural. En este caso las torres se construyeron con forma redonda, en su mayoría con menos altura que las predecesoras galo romanas y sin techo para evitar refugio a asaltadores que las pudieran conquistar y así quedando al descubierto de los tiros de los defensores, desde muralla interior más elevada. Entre ambas murallas se dejó un espacio de separación considerable, las lizas, allanando el terreno con pendiente; la nivelación supuso rebajarlo dejando zonas con parte de los cimientos de la muralla exterior al descubierto, con las consecuentes obras llevadas a cabo sobre ellos como consolidación.
Bajo los mandatos de Felipe III el Atrevido y Felipe el Hermoso se construyen elementos que resaltan por sus grandes dimensiones y altura, además del empleo de la piedra en almohadilla, la puerta de Narbona, la de Saint-Nazaire y la torre del Tesoro.
Otros elementos son incorporados o construidos durante la Edad Media, como la forma en la base de las torres, más amplia en su diámetro que el resto de la estructura, a fin de que los proyectiles lanzados desde el exterior reboten volviéndose contra los atacantes. También en las murallas se construyen cadalsos, es decir, estructuras de madera suspendidas sobre el vacío a modo de refugio a la vez que de aumento de precisión del campo de tiro de los ballesteros, o diversas garitas aprovechando salientes en los muros de las murallas.

Puertas de acceso

Puerta de Narbona con su barbacana.
En las murallas se encuentran cuatro puertas principales de acceso al interior de la Cité, situadas cada una de ellas en uno de los puntos cardinales.

La puerta de Narbona

La entrada principal al recinto amurallado se encuentra en su sección oriental, por la llamada Porte Narbonnaise o Puerta de Narbona, orientada hacia la ciudad de la costa mediterránea que le da el nombre. Fue construida hacia 1280 durante el reinado de Felipe III de Francia y se compone de dos imponentes torres de tres niveles además de la planta baja, equipadas con un frente en forma de tajamar (bec) para el desvío de los proyectiles atacantes. La puerta de acceso está reforzada por un doble rastrillo y protegida por matacanes, desde donde se podían arrojar verticalmente objetos y materiales defensivos como aceite hirviendo, y por troneras, desde donde se podían disparar proyectiles de manera protegida.[50] La planta baja de las torres y su primer nivel poseen techos abovedados mientras que el resto de los niveles se construyeron planos. Para poder soportar los períodos prolongados de asedio, en la torre norte se habilitó una estancia para la reserva de víveres mientras que la torre sur se equipó con una cisterna de agua.
Una fortificación avanzada o barbacana, llamada de "Saint-Louis", se encuentra justo enfrente de la puerta como puesto defensivo de vanguardia y que, a su vez, está defendida en su flanco derecho por un castillete o atalaya desde donde se podía hostigar directamente a los atacantes en caso de que estos hubieran tomado esta posición. Finalmente, el conjunto se encuentra rematado por un pequeño altar coronado en forma de trébol y donde se emplaza una representación de la figura religiosa de la Virgen María.
La rehabilitación emprendida por Viollet-le-Duc de 1859 a 1860 la dotó de una imitación de puente levadizo que no existía originalmente, mientras que el almenado y la cubierta fueron reconstruidos con pizarra.

La puerta del Aude

La puerta del Aude, que se abre hacia el río Aude en el sector occidental del conjunto, por una de las zonas en las que el acceso al recinto fortificado resulta más difícil, se encuentra protegida por una barbacana, un castillete y un enorme matacán.
Muralla y puerta del Aude.
Emplazada en las cercanías del castillo condal, queda prolongada por la barbacana del Aude, que en 1816 fue parcialmente destruida con motivo de la construcción de la iglesia de Saint-Gimer, subsistiendo únicamente la rampa de acceso, que queda rodeada por muros almenados.
La configuración de la puerta pone de manifiesto un complejo sistema defensivo, ya que existen arcos que aparentemente contienen puertas en realidad inexistentes, tratándose únicamente de un modo de burlar los esfuerzos del presunto atacante por penetrar las defensas de la fortificación. Por el mismo motivo, se encuentran diversos pasillos con recovecos y entrecruzamientos, que pretenden coger en una trampa a los atacantes quedando expuestos a disparos desde todos los ángulos posibles. Es decir, se combinan con gran sofisticación en la puerta del Aude diversos sistemas de defensa activa y pasiva de la época.
La rampa de acceso se iniciaba en la barbacana hoy desaparecida; la pendiente asciende no en línea recta sino mediante diversas curvas y giros, para penetrar en la fortaleza atravesando en realidad dos puertas sucesivas.
Se trata de una parte de la muralla de origen visigodo, que quedaba reforzada en ese lugar por el hecho de estar sobre elevada la propia muralla, que a su vez se reforzaba con tres contrafuertes edificados en el siglo XIII.
La puerta es en forma de arco de medio punto, en el que quedan alternados sillares de piedra y ladrillo, como medio de reforzar aún más el conjunto, por la capacidad de absorción de impactos del ladrillo.
El matacán hoy visible no forma parte de la construcción original, sino que es un añadido efectuado por Viollet-le-Duc durante su restauración.

La puerta del burgo o de Rodez

Situada al norte, la puerta del Burgo o Rodez[Nota 6] comunicaba la ciudad con el antiguo burgo de Saint-Vincent. Se hallaba defendida por la barbacana Notre-Dame y la torre Mourétis.[51]
La puerta, bastante sencilla, se encuentra en las murallas entre dos torres. Durante la época de los visigodos se encontraba protegida por una especie de pabellón cuya muralla se prolongaba hacia el burgo de Saint-Vincent,[52] sustituido posteriormente por una barbacana adelantada a la muralla exterior, la denominada Notre-Dame.

La puerta de Saint-Nazaire

La puerta Saint-Nazaire, situada al sur, se encuentra emplazada en la torre de planta cuadrada del mismo nombre. Originariamente fue construida siguiendo un planteamiento defensivo muy complejo, cuya estructura fue modificada en detrimento a este carácter durante las obras de rehabilitación de Viollet-le-Duc a mediados del siglo XIX.[53] Da acceso a la muralla y a la Cité mediante un pasillo que da un giro de 90 grados y en el que cada entrada se encuentra protegida a su vez por matacanes y aspilleras.

Torres

Entre las torres existentes, algunas de ellas merecen especial atención:
  • Torre de Saint Nazaire. Torre de planta cuadrada, con función protectora y defensiva de la basílica de Saint-Nazaire, situada a 25 metros de ella, en la que se encuentra la puerta del mismo nombre.[54] Sólo se podía acceder originariamente por una escalera de madera que se retiraba en caso de peligro y se encuentra equipada con cuatro garitas. Tiene dos plantas acondicionadas para la estancia de las guarniciones y cuerpos de mando, con chimenea.
  • Torre del Tresau (o del Tesoro). Situada al noroeste de la Cité. Con salas abovedadas y ventanas de estilo gótico.
  • Torre de la Justicia. Es una torre redonda con abovedado en ojiva. Refugio durante la época de la familia Trencavel, fue reforzada posteriormente por los ingenieros reales de Luis IX. En ella se encontraban probablemente el Tribunal de la Inquisición y las mazmorras. Desde ella se accede a una galería que dirige a la puerta del Aude, y en la que se encuentra una serie de ventanas geminadas románicas y una construcción defensiva en voladizo sobre la puerta de entrada: un saliente de mampostería con función de lanzar proyectiles en vertical.
  • Torre del Obispo. Es una torre cuadrada construida en la liza existente entre las dos murallas, que impide la comunicación entre las murallas de la zona norte y las meridionales. Posee en cada una de sus cuatro esquinas atalayas.

Castillo condal

Croquis del castillo condal en la época de Eugène Viollet-le-Duc.
El castillo condal de la Cité, situado en el oeste de la ciudad fortificada, se encuentra adosado a la muralla más externa, en la zona del montículo donde la cuesta es más empinada. Fue construido en dos fases, con forma de paralelogramo extendido de norte a sur, con dos salidas, una al oeste contigua a la puerta del Aude y otra al este.
Su construcción fue iniciada por Bernard Aton IV Trencavel durante el período románico, hacia el año 1130, para sustituir a un primitivo castillo probablemente situado donde se encuentra la puerta de Narbona.[55] [56] El castillo está constituido por dos cuerpos de edificio formando una «L» y dominado por una atalaya, la torre Pinte. En la zona norte se encuentra una capilla dedicada a María, en la que se observa el ábside de la época románica. Sólo una empalizada separa el castillo del resto de la ciudad amurallada.[56]
Entrada al castillo.
Durante la época de dominio real francés, entre 1228 y 1239, el castillo fue completamente rediseñado a fin de convertirse en una fortaleza dentro de la ciudad. Se construyeron varias estructuras. Una barbacana con un camino de ronda y una muralla de parapeto merlonado vigilaba la entrada del castillo, justo antes del foso que rodea completamente la pared interna. La puerta de entrada al castillo, enmarcada por dos torres,[57] con matacán, solo es accesible por un puente con una parte fija de piedra seguido por una parte levadiza impulsada por contrapesos. Las murallas sustituyeron a la empalizada original y rodeaban completamente los edificios.
El castillo y sus murallas incluyen nueve torres, dos de las cuales son de época visigoda, la torre de la capilla y la torre Pinte, cuadrada, la más alta de la ciudad. Todas las demás, construidas a lo largo del siglo XII, poseen idéntica composición interna y externa:[58] constan de tres pisos y una planta baja. En la planta baja y primer piso se encuentran techos abovedados, mientras que en los pisos superiores son simples. La comunicación entre los pisos se hace por medio de los agujeros que sirven de portavoz en las bóvedas y los pisos.
El acceso al castillo tras pasar la puerta principal conduce a un patio rectangular rodeado de edificios alternados de entre el siglo XII y el XVIII; las paredes septentrionales están flanqueadas por simples pórticos mientras que al sur y al este se encuentran dos edificios. En el del sur se encuentra la cocina y la torre Pinte, que da acceso a una segunda tribuna; poseía otra edificación, destruida, de la que son visibles las vigas del primer piso y varias ventanas.[59]

Basílica de Saint-Nazaire

Basílica de la Cité de Carcasona.
La basílica de Saint-Nazaire, construida en gres (piedra arenisca) es una iglesia románica, cuya parte más antigua se remonta al siglo XI. En el emplazamiento originalmente se elevaba una catedral carolingia de la cual no queda ningún vestigio.[60]
En vísperas de la culminación del arte románico, fue consagrada por el Papa Urbano II en 1096, hecho que impulsó a Trencavel a realizar una edificación mayor de lo previsto inicialmente.[61] [62] De este edificio sólo subsisten los dos primeros pilares de la nave y la cripta, cuyo estado deteriorado sugiere que se trataba realmente de una obra previa. En el siglo XII se construye la nave actual, con seis tramos o envergaduras, que se dejó intacta durante las ampliaciones de la época gótica, al contrario de la cabecera del siglo XI, que se destruyó totalmente. El portal románico también se reformó completamente en el siglo XIX durante la restauración de Viollet-le-Duc.[63]
La basílica fue ampliada entre 1269 y 1330, ya en el gótico importado por los nuevos dueños de la región provenientes del norte de Francia, con un crucero y un coro muy delgados, decorada con esculturas y un conjunto de vidrieras que se encuentran entre las más bellas del sur de Francia. Un prelado constructor, Pierre de Rochefort, financió la construcción de una gran parte de la escenografía y la terminación de las bóvedas. Su escudo de armas es visible en el coro, el ábside y el brazo meridional del transepto, mientras que la capilla colateral situada en el norte del edificio alberga el monumento conmemorativo de la muerte del contribuidor. También el arzobispo de Carcasona Pierre Rodier, tiene su escudo de armas en la capilla colateral sur.[60]
La restauración de Eugène Viollet-le-Duc transformó el exterior de la basílica aunque en el interior las reformas son mucho más notables, con los dos estilos, gótico y románico, superpuestos en las vidrieras, esculturas y decoraciones de la iglesia. Las fachadas presentan diversas vidrieras, de los siglos XIII y XIV, que representan escenas de la vida de Cristo y sus apóstoles. En 1801, a la iglesia se le quitó el rango de catedral de Carcasona en favor de la iglesia de Saint-Michel, situada fuera la Cité. Esta transferencia tuvo lugar a la vez que era abandonada por sus habitantes en beneficio de la ciudad baja. Se convierte en basílica en 1898 por el papa León XIII.
Una comunidad de canónigos vivía cerca de la catedral en una casa adjunta con el dormitorio en la zona oriental, el refectorio y cocinas en el sur y las bodegas y establos en el oeste, pero los edificios fueron demolidos en 1792.
El claustro, también situado en la zona sur, se reconvirtió en un teatro al aire libre, edificado en el año 1908.

La leyenda de la Dama Carcas: origen del nombre

 
Según una tradición, el topónimo Carcasona deriva del nombre de una princesa sarracena protagonista de una anécdota cuya historia, elevada al rango de leyenda, remonta a los tiempos de la ocupación musulmana y del emperador Carlomagno a principios del siglo VIII.[65] [66]
Tras ser ocupada por las fuerzas musulmanas que acababan de conquistar el reino visigodo de Hispania y sus posesiones de Septimania, la plaza fuerte de Carcaso se dispuso a afrontar un asedio emprendido por el ejército de Carlomagno que se extendió durante cinco años. Al frente de los caballeros que defendían la ciudad se encontraba la dama Carcas, pues su esposo había resultado muerto. Al debutar el sexto año del sitio, las provisiones de alimentos y agua comenzaron a escasear y Carcas ordenó entonces realizar un inventario de los recursos todavía disponibles. La población le presentó como únicos víveres un cerdo y un saco de trigo, pero a pesar de ello la dama Carcas ideó una estratagema, ordenando que se cebara el animal con todo el trigo contenido en el saco y a continuación,
Busto de la Dama Carcas, situado frente a la puerta de Narbona.
que se lanzara al pie de las murallas desde la torre más alta de la fortificación.
La reacción de Carlomagno y sus tropas ante el espectáculo del animal lleno de trigo que acababa de ser desperdiciado fue la de interpretar que los habitantes disponían de víveres en abundancia por lo que cayendo en el engaño y considerando inútil el ataque, dispusieron retirarse poniendo fin al asedio. A la vista del ejército imperial en retirada, Carcas ordenó que se hicieran sonar todas las campanas de la ciudad y fue en ese momento que uno de los hombres de Carlomagno exclamó:
"¡Carcas sona!"